La presencia de la mujer en la Guerra del Pacífico, es un relato construido apenas con retazos, a modo de una imagen olvidada y rota a la cual le faltan numerosos fragmentos no conocidos y perdidos en el tiempo.
Es una presencia inundada de silencios y omisiones.
Un retrato vacío.
A partir de esta premisa, la fotografía de estudio de la Sargento 2º Irene Morales (1848-1890) se constituye en sí misma, como un símbolo de esta historia invisibilizada.
Durante la permanencia de las tropas chilenas en la Lima de post guerra, un gran número de militares chilenos, oficiales, jefes, navales y también civiles, concurrieron a un prestigiado estudio fotográfico de la ciudad con el fin de retratarse. Se trataba del artista y fotógrafo francés Eugene Courret, quien, con su mirada certera, fotografió a gran parte de la sociedad limeña de su época.
Tanto militares como civiles acudieron a este estudio con el fin de perpetuar su imagen, en gran medida para obtener un recuerdo dedicado a sus familias, conscientes de la importancia de su participación en este decisivo momento de la historia de Chile.
Pues bien, he aquí que Irene fue parte de este grupo, y también se retrató en este estudio antes de regresar a Chile, con la diferencia que ella no tenía, hasta lo que hoy sabemos, familia a la cual enviar su fotografía, ya que no tuvo hijos y enviudó dos veces.
Este hecho nos lleva a reflexionar sobre este acto realizado por propia voluntad.
Conocemos a Irene porque ella misma tuvo consciencia absoluta del valor de sus actos heroicos, en el contexto de un momento crucial en la historia de su patria tan amada y fue ella misma quien nos heredó su imagen, sin la motivación de perpetuarla como un recuerdo para su familia, (tal vez hoy nosotros jugamos ese papel). Tuvo la ocasión de retratarse en uno de los mejores estudios fotográficos de Perú, y gracias a esto su imagen es el mejor retrato conocido que existe en Chile de una cantinera. Quizás nunca se imaginó que este llegaría a formar parte de la colección del Museo Histórico y Militar de Chile, como uno de sus más preciados patrimonios históricos, y que su vida sería conocida por tantos compatriotas, de labios de nuestras profesoras que día tras día, visita tras visita, develan su retrato y relatan su historia de sacrificios a nuestros visitantes, especialmente a los niños, ya de más de una generación, quienes la están conociendo y valorando gracias a su retrato y su historia de vida.
Su imagen detenida en este acto casi milagroso que es la fotografía, la consideramos un símbolo de tantas otras historias de cantineras, incluso aquellas de las cuales hasta su nombre se ha olvidado, historias plenas de sacrificios, penurias, amor a la patria y a sus familias, deberes autoimpuestos e incluso de muertes heroicas y otras que murieron olvidadas en la pobreza y la enfermedad, como fue su caso. La recibimos, conservamos, recuperamos y difundimos como nuestra principal misión como museo y como chilenos.
Autor: María Paulina Retamal Vives
Cargo: Licenciada en Arte U. de Chile, Fotógrafa y Conservadora, Archivo Fotográfico MHM
Fecha: 22-08-2023